Alma perdida
Hay veces en que me siento como un angel caido, como si no perteneciera a este mundo. Cada paso que doy, cada movimiento que hago me hunde más en la espiral de miedo que me consume; he soñado con mi verdadero mundo, el lugar en donde puedo ser quien, se supone, debería. Sé que me esperan allá, llaman mi nombre y me visitan en sueños; quisiera poder decirles que pronto estaré con ellos, que necesito una señal, alguna pista sobre como encontrar el sendero. Camino por el oscuro valle de la soledad, rodeada por sombras de nadie, oyendo el murmullo del viento, esperando ver más que oscuridad.
Mojo mis pies en el lago de lagrimas, de amores marchitos, de inocencias acabadas, de sueños rotos, de falsas ilusiones. Y lloro sin sentido por personas que pasan a mi lado, como sombras perdidas de aquellos que al vagar por aguas subterranes, como mendigos buscando pan, encontraron la muerte y les fué impuesto el castigo de andar muerto en vida por el valle de la soledad, de aquellos que por miedo a amar decidieron rendirse.
Camino por inercia a través del largo tunel que es la vida, buscando tal vez algo de luz, buscando sin encontrar nada a cambio.
Camino, corro, caigo hasta que por fin veo la luz al final del camino; el despertar pienso, el comienzo sueño, pero solo encuentro más oscuridad, más camino, más lagos de lagrimas, más soledad; hasta que entiendo que soy una de esas sombras que, como mendigo buscando pan, encontró su muerte y se rindió por miedo al amor y castigaron a deambular muerto en vida.